lunes, 18 de noviembre de 2013

Otro posible relato inventando palabras homenaje a Cortazar 



CUATRO PALABRAS

No fue ni en un día caluroso, ni de tormenta, como empezaría una mala novela. Fue en uno corriente cuando se encontraron y casi sin verse se miraron interiormente .Desde entonces cada domingo se reúnen en un café sencillo, sin excesiva decoración. Ella se hace llamar Talita, el hombre que acostumbra a sentarse a su izquierda se autonombra Horacio, el que suele tomar vodka necesita que le llamen  Gregorovius  y al último siempre en llegar, le han apodado Perico. Comparten la pasión por “Rayuela”. En sus encuentros leen un párrafo del libro, discuten sobre él y terminan los debates y apuran sus tragos eligiendo cada uno la   palabra que en esa tarde les produce mayor emoción. Luego, a viva voz, la repiten en cadena, como si fuera una oración, un rosario de cuatro palabras que mitiga su soledad hasta el domingo siguiente.

Hoy Talita no ha acudido al encuentro. Horacio no sabe donde sentarse, Perico no es el último, pues falta ella y Gregorovius no pide nada para beber. No escogen palabras. Mejor las inventan. “Desderechado” masculla Horacio, “apenadúltimo”, murmura Perico, “devodkado” grita Gregorovius Se miran y unánimemente exclaman la cuarta palabra “ ¡ mortalitados!” . No habrá más domingos.

2 comentarios:

  1. Pues ya me gusta Begoña, con ese toque de amistades casuales y extrañamente profundas. Me encanta esa conexión que a veces sentimos con otras personas por cosas pequeñas, que en el fondo no son tan grandes a cada uno.Y sí, cuando una pata de la mesa falla, ya la mesa, deja de ser "la mesa". Me ha gustado!!!!

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  2. Un capítulo que encajaría entre dos cualquiera de Rayuela Begoña. De la fragilidad de las cadenas que nos unen a lo cotidiano, a la comodidad de lo previsible, aun en la rebeldía. Muy buen homenaje.

    Un beso enorme.

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