Duerme tranquilo. Y al llegar los rayos del sol a su nariz, se levanta con una sonrisa que anima el alma. Coloca los zapatos uno al lado del otro, y suavemente los desliza por sus pies, por los de ella, por los de la niña de sus ojos, suhermana Lucía, que aun no cumplió los tres añosy ya admira a su hermano mayor.No sabe estar sin el.
Mientras su hermanajuega con las muñecas, él la mira detrás de esas gafas de color azul, que jamás deja olvidadas ni pierde, sabe que a mamá la costó mucho comprarlas. Cuando el juego de la niña ha acabado, el recoge las muñecas ycon suavidad la riñe por que no es ordenada. Lucía hace pucheros y la arrulla en su pecho.
Y al caer la tarde, llega el cotidiano paseo. Su abuela los mima demasiado, pienso yo, pero me enternece verles a los tresunidos de la mano, sin soltarse, como si tuvieran miedo a que alguno, distraído, cambiara de camino y se extraviara.
Él es de pocas palabras. “Es muy observador “dice mi mujer, mientras con delicadeza coloca su flequillo, y el devuelve el gesto a la abuela, con su mejor beso.
De pronto, ya junto a la ribera., el se sienta con Lucia, y mira hacia el cielo, entonces habla, claro que habla, tiene una responsabilidad.
- Mira Lucia, una hoja, dos hormigas, tres margaritas…
Y la niña repite la cuentaintentando aprender.
Veo ami nieta Luciamirarle como a un dios, por que él ya sabe contar, y a él, orgulloso, le gusta ser su maestro.
Y yo, que adoro a mi nieto desde ese día en que nació, ysupimos que un tal señor Down iba a darnombre a su discapacidad, respiro profundamente, y sonrió.
(Presentado a creciendo juntos)
martes, 9 de octubre de 2012
CONDENADO
Con un fuerte golpe de maza, el juez dio por terminado el juicio. Ahora,el acusado debería esperarla sentencia. Durante esos días de incertidumbre, él, anduvo por las nubes ycuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo sospechó que le declararían culpable y le pondrían una condena con la intención de hacerlemás sensato, y que bajara a la tierra. Y así fue. Le expulsaron de su casa y tuvo que arreglársela solo en su nuevo destino. Una vez allí, lo primero que debíahacer era encontrar un banco para cambiar las últimas tresmonedasque le quedaban.
Anduvo varias horas entre las calles de su nuevo hogar y le fue imposible encontrar un banco como el que necesitaba. Comenzó a impacientarse y pensó que en esa desesperación también estaba la penitencia. Y todo por una gamberrada angelical.¿Cómo encontraría un banco de buenas acciones donde cambiar sus tres estrellas? ¿Por qué se le ocurriría cortarle las alas a Gabriel para ver si le crecían de nuevo? Él no sabía nada de los hombres. Pobre ángel, vivir en la tierra no iba a serle nada fácil.
viernes, 5 de octubre de 2012
HUELLAS DE CARAMELO.
Los cristales de la ventana sabían de mis esperas, de mis dedos pegajosos ,cuando Lucía me traía a escondidas caramelos y me anunciaba un nuevo encuentro, para luego peinarmi pelo, asearme mientras me hacia cosquillas, y arreglar micama.
Las ventanas eran como periscopios de submarinos, por los que veía llegar a quien sería en esa ocasión mi cita a ciegas. Siempre fue así. Entraban hasta los jardines del edificio, bajaban de los coches y no volvía a saber de ellos hasta pasadas unas horas. Pero yo ya había visto sus caras, sus ojos asustados, sus manos temblorosas aferradas a otras adultas. Durante ese tiempo en el que perdía su rastro, imaginaba como serian: tímidos, silenciosos, divertidos… La inquietud y la curiosidad se me enganchaban al corazón y mataba los nervios y la impaciencia con los dulces de Lucía.
Algunos estuvieron conmigo durante meses, otros unas semanas y los menos unos días. Todos ellos se quedaron en míy dejaron su huella. ¿Cómo olvidar a esos niños que duranteaquellos años infantiles, en los que aprendí avivir y aganar a la muerte, fueron mis compañeros en la habitación de un hospital?