domingo, 1 de diciembre de 2013




                                                             LA CHICA DE LA 101


Escuché el traqueteo rítmico de las ruedas de su maleta. Llegaba antes de lo previsto. Con disimulo la llevé lejos de allí, dejando a los demás decorando el hotel: cada adorno en su lugar, como ella siempre había deseado y yo nunca había cumplido. Cuando todo estuvo preparado, entramos juntos; ella no esperaba ese recibimiento y mucho menos aquel día. Durante la noche celebramos una navidad muy especial. El final de esta historia podría haber sido completamente cinematográfico, apareciendo un verdadero Papá Noel, pero no fue así. Pasadas las tres de la mañana, llegó un cliente inesperado pidiendo un refresco en aquella noche calurosa de septiembre. Y pensé que no se podía vivir la navidad cuando uno quiere ni siquiera por la chica de la 101. Estaba equivocado. En ese momento ella salió con el refresco solicitado saludando con un “Feliz Navidad” y repentinamente comenzó a nevar. El hombre debió pensar que estábamos locos .Segundos después, se fue insultando a quien desde el balcón sacudía una bolsa con migas de pan, pero ella no lo oyó, y yo no lo quise escuchar.


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