Papá se mesa las barbas intentando hacer desaparecer las canas. Mamá se maquilla frente al espejo poniendo caras ridículas. Aquí nadie quiere hacerse mayor, pero a mí me obligan a comerme las acelgas y las espinacas, porque así, dice mi madre, he de hacerme un hombre, un hombre grande y mayor. El mejor es el abuelo, a ese ya todo le da igual. Hoy cumple años, tiene una gran colección de ellos,por eso dice que uno más no le importa. Le hemos regalado una bufanda, unos guantes y una radio nueva. La radio imagino que es para que no se encuentre sólo. Cuando el día se acabe, el dinosaurio, dice mi padre, volverá a su sitio. Son las ocho, el abuelo se ha quedado triste mirándonos por la ventana de la residencia. No pienso comer más verduras.