Jamás pregunté su nombre. Yo la llamaba Princesa. Ella me contó que venía de lejos. De un lugar donde los cuentos tienen final feliz con el beso de un príncipe Compartíamos hueco bajo las farolas, las papeleras y contenedores. Tenía las manos rígidas, la voz cascada y el andar cimbreado. Los ojos dulces y la boca serena. Le gustaba peinar mi pelo, mientras veíamos caer la tarde. Me envolvía las sobras del restaurante de enfrente en hojas de revista. Las ropas abandonadas, las lavaba en la fuente y luego las secaba al sol del mediodía y bien dobladas las colocaba en mi carrito. Mirábamos juntos la televisión cuando las tiendas cerraban, y ella lloraba pegada a los cristales con las películas de amor. Iba pedirle que se casara conmigo, con la argolla de una lata de cerveza. Esta mañana, he sentido su cuerpo frío, y como sus príncipes la he besado. Ella nunca me dijo, que entre cartones no hay final feliz para los cuentos.
( La ilustración es de mi compañera de sueños literarios Amparo Martinez/ Petra Acero)
Relato presentado mes mayo en estanochetecuento.blogspot.com
( La ilustración es de mi compañera de sueños literarios Amparo Martinez/ Petra Acero)
Relato presentado mes mayo en estanochetecuento.blogspot.com
Vaya, Begoña, me he quedado helado, como la princesa. Felicidades por esta historia tan real. Ayer mismo vi, cerca de casa, a una pareja sin más techo queunas cajas de cartón; y ahora he recordado que, de niño, solíamos regalar anillas de refresco a las chicas.
ResponderEliminarUn saludo
Juan M
juanmanuelsanchezmoreno.blogspot.com
Me encantan tus cuentos si te apetece compartirlos echa una ojeada aquí:
ResponderEliminarhttp://280ypunto.blogspot.com.es/
Un saludo. marga.
Fuimos a buscarlas a Bulgaria, en esos años peor que en la actualidad. Los niños descalzos pidiendo por las calles. Ellas por lo menos estaban en un orfanato. En esas fotos tenían 4 años, aparentaban en peso 2 y casi no caminaban.
ResponderEliminarSi ves la curva de percentil de peso y altura del primer año se salieron verticalmente.
Hoy estudian conmigo una en UCM y otra en la Autónoma.
Tu relato es tan triste como la de tantas personas del mundo y hoy por desgracia también de España.
Un beso