Hoy vuelvo por aquí, después de tantos años en los que el blog ha estado dormido. En esta época en la que me encuentro, hay demasiados motivos por los que necesitaba retomar esta historia. Vuelvo con las mismas ganas del principio.
Con una novela nueva ya publicada hace años y con una nueva en el tintero, un reto, un gran reto, la novela policíaca.
De momento y para celebrar mi propio retorno, cuelgo un poema escrito hace tiempo y que nunca ha visto la luz
El cereal cautivo en
tierra seca
Semillas que
agonizan entre piedras.
El viento que eleva
la hojarasca
y esparce el polvo
estéril.
¿Qué derrumbe y
ruina trae la nada?
Suave y lentamente avanza
con el leve intento
de vivir
la luz que entre los
árboles aparece
cetrina, mate,
agotada
¿Qué fuerza la
empuja a la vida sí no hay siembra ni cosecha fecunda
que sostenga sus
raíces
que alimente el
tallo
de lo que quiere
crecer
y sin nacer muere?
¿Qué dulce sentir
esconde
y le empuja a la
vida?
Ojos de Escarcha nos acerca a Irene, una mujer actual de cincuenta años, quién en un viaje improvisado conocerá al viejo Mateo, un hombre atormentado por un pasado que juntos irán descubriendo. Un ambiente de intriga, varios asesinatos, un edificio de vecinos situado en el Paseo de Recoletos de Valladolid y un pueblo costero, son los ingredientes de esta novela, que teniendo tintes de policiaca, no abandona la sensibilidad.
La idea que subyace a lo largo de sus páginas es que, según con que ojos miramos, existen varias respuestas, y a menudo nos quedamos con nuestra propia versión de los hechos.
ISBN: 978-84-123886-1-9.
Publicada en Junio de 2021
.
sábado, 28 de enero de 2017
Pintura de Paloma Casado
CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE MEJOR
Tal vez fuera más humano que animal. Las historias que se han ido contando en la familia a lo largo de los años, lo corroboran. Mi antepasado cuidó de él, no como se hace hoy poniéndoles abrigos y botas, pero sí con el interés de atender su hambre y cansancio, que debió ser mucho a juzgar por las andanzas de su dueño. Aquel perro tuvo que soportar caminos polvorientos, pero era compensado con el calor de los establos en las quinterías que su amo visitaba. Mendrugos de pan y agua en bacías fue el sustento ,para después encontrar cobijo en los pies de su señor, mientras este disparataba en cantinas. Como compañero fiel, como amigo, siendo testigo de los delirios de Quijote, se mantuvo a su lado. Tal vez sospechaba que otra suerte hubiese corrido de haber nacido siglos después, llegándole la muerte colgado de un árbol que en ocasiones le ofreció su sombra.
Cuando llegó todo le causó sorpresa. El jardín y sus flores. La casa,
su dormitorio y el árbol que acariciaba la ventana. Pero fue la pecera que año
tras año mi padre había creado, lo que cautivó su atención. Miraba y remiraba los
corales, las plantas y sus peces multicolores, sobre todo aquel amarillo y de franjas
azules.
Es cierto que todos disfrutábamos con ese mar nuestro y particular;
tal vez nos perdíamos en sus aguas, relajándonos con el parsimonioso movimiento
de sus habitantes, sin embargo era Nico quien no se apartaba de la pecera. La
conjunción con el pez era extraordinaria.
Ninguno encontramos extraño que se entretuviese de esa forma, hasta
que las horas en las que pasaba junto al acuario fueron más que las de sueño,
comida y aseo.
El pez aguantó cinco años a su lado, los anteriores a la agonía de mi
hermano, a la aparición de unas aletillas en su costado y a esos azules y
amarillos que su piel adquirió.
Fue entonces cuando sospechamos, que la adopción de
Nico no había sido “post morten” de una mujer en una patera, tal y como nos
contaron, a pesar de haber sido encontrado en el océano
lunes, 15 de febrero de 2016
PRESENTACION EN VALLADOLID DE " LAS HORAS DE AYER"